El piercing es una forma de expresión tan vieja como la cultura, que ha existido prácticamente en la totalidad de las civilizaciones. En occidente, durante casi todo el siglo veinte quedo reducido a la simple perforación de los lóbulos de las orejas para colocar pendientes. Pero en la última década se ha difundido enormemente, sobretodo entre los jóvenes, hasta el punto de ser tan común encontrar a una persona con un pendiente en la oreja como otra que lleve uno o varios piercings en el ombligo, labio o la lengua. ¿La razón? Puede ser desde simplemente decorarse el cuerpo, hasta identificarse dentro de un grupo social. Resulta imposible establecer en que momento exacto apareció el anillado corporal o piercing en la historia de la humanidad aunque lo cierto es que su origen es tan antiguo como la misma piel. Por una gran variedad de motivos es un arte antiguo y venerable que en las últimas décadas parece haber emergido de nuevo.
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El ombligo anillado era un signo de la antigua realeza egipcia y prohibido a todos aquellos que no fuesen nobles. En aquellos tiempos, los ombligos muy profundos eran los más apreciados. Es de todos bien sabido que en la India muchas mujeres han sido anilladas en la nariz desde muy pequeñas. Esta tradición la suelen llevar a cabo las abuelas, que deberán anillar a sus nietas antes de que se casen. Se piensa que originalmente se hacia como signo de sumisión y devoción de la mujer hacia su marido. Este piercing se realiza en uno otro lado de la nariz en función de la etnia a la que pertenezca la mujer. Cuando el pendiente se coloca en el espacio entre las dos fosas nasales recibe el nombre se Septum, grupos étnicos de distintas partes del mundo lo han utilizado y muchos de ellos todavía hoy siguen practicándolos, como en Papua Nueva Guinea, Polinesia, África, India, en un principio su función era defensiva ya que daba un aspecto mas feroz a quien lo llevaba aunque sus fines actualmente son también estéticos, y permiten a los distintos grupos tribales diferenciarse entre ellos, conocer el estatus social del que lo lleva, etc. Algunas mujeres de Rajastan (India) llevan en su Septum grandes aros de oro finamente trabajados con una finalidad cultural y estética.
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Desde la época de la inquisición y concretamente Concilio de Trento, algunas comunidades religiosas han usado el anillado genital (por ejemplo los pertenecientes a la Orden de los Carmelitos de la Santa Faz) cómo método de castidad y de expiación de la culpa. Los marinos y piratas acostumbraban a ponerse un aro en la oreja cada vez que cruzaban el Ecuador. Los caballeros cruzados trajeron con ellos grandes pendientes de piedras preciosas de la corte de Saladino. Los turcos influyeron en la estética de sus atacantes con sus grandes aros colgando de sus lóbulos. En el s.XVII creían que ponerse una tira de metal en la oreja tenía propiedades terapéuticas y hasta que si lo llevaban en el lado izquierdo el demonio no entraría en sus cuerpos. Podríamos continuar con referencias históricas del anillado corporal aunque lo que nos parece realmente importante es el creciente interés durante las últimas décadas por las tan visuales, y algunas veces chocantes, prácticas de modificación corporal primitivas cómo el piercing, tatuajes, cutting, branding, rastas...


